El asesinato del histórico ex primer ministro nipón Shinzo Abe es un «episodio atípico» en Japón, un país donde la violencia política prácticamente no existe, planteó el analista internacional Alberto Rojas a horas de ocurrido un hecho que ha conmocionado al mundo entero.
Abe, de 67 años y quien gobernó de 2012 hasta 2020 convirtiéndose en el mandatario más duradero del Japón democrático, fue alcanzado por los disparos de un arma de fabricación casera ejecutados a quemarropa por un ex miembro de las tropas niponas, mientras celebraba un mitin en la ciudad de Nara (oeste de Japón), a dos días de celebrarse comicios parlamentarios parciales.
El influyente político japonés falleció a las 17:03 hora local (04:03 hora chilena) en un hospital de Nara, unas cuatro horas después de ser trasladado al centro en helicóptero desde el lugar de los hechos y sin que los médicos pudieran salvar su vida por los daños que sufrió en el corazón y varias arterias.
«El ataque es un episodio atípico y prácticamente desconocido en el contexto de Japón, donde la violencia política no existe», apuntó Rojas, académico y director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae.
Asimismo, destacó que el país asiático cuenta «con un control de armas de fuegos muy exhaustivo, lo que quedó demostrado en el hecho de que el atacante había fabricado el arma que utilizó».
Los mítines electorales suelen tener lugar en Japón en lugares concurridos como plazas o en los aledaños a estaciones de tren, y con escasas medidas de seguridad debido al bajo índice de criminalidad y de ataques con armas de fuego propios del país asiático, donde ese tipo de armamento está muy restringido.
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CAMPAÑA SIGUE ADELANTO: «LA DEMOCRACIA NO CLAUDICA»
El actual primer ministro japonés, Fumio Kishida, calificó el ataque de «acto de barbarie» en un momento en que el país afronta unas elecciones, y afirmó visiblemente emocionado que «nunca se podrá perdonar», en una primera comparecencia ante los medios cuando Abe se encontraba aún hospitalizado.
Abe se encontraba durante el atentado en acto para las elecciones parciales a la Cámara Alta de la Dieta (Parlamento de Japón) que se celebran este domingo, en las que el Partido Liberal Democrático (PLD) liderado por Kishida espera revalidar su amplia mayoría.
La campaña para los comicios del domingo, de todos modos, sigue adelante, según decidió Kishida tras cancelar todos los actos electorales que tenían previsto este viernes tanto él como otras figuras de peso de su partido y después de celebrar una reunión de emergencia en Tokio.
Kishida, eso sí, ordenó al jefe de la Agencia de Seguridad Nacional que aumente su despliegue en los días que restan para los comicios y durante la jornada de votación para garantizar que todo se desarrolla dentro de la normalidad.
El politólogo Guido Larson valoró la decisión, destacando que «lo han dicho las autoridades y lo ha dicho la prensa japonesa, de que no pueden simplemente claudicar respecto de los estándares democráticos frente a un asesinato de este tipo».
«La señal política que entregarían si es que suspenden la elección es que una acción de violencia pone en jaque la estructura electoral que tiene Japón, y eso es algo que la autoridad no puede permitir», subrayó el director del Instituto de Humanidades de la Universidad del Desarrollo.
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EL ATACANTE, UN EX MILITAR
El detenido por el atentado, Tetsuya Yamagami, es un hombre desempleado de 41 años y exmiembro de las Fuerzas Marítimas de Autodefensa (Ejército nipón), quien se encontraba «insatisfecho» con el exmandatario por lo que «se dirigió a matarlo», según dijeron fuentes policiales.
El autor del ataque fue inmovilizado en el mismo lugar de los hechos por los servicios de seguridad de Abe antes de ser detenido por la policía, según puede verse en imágenes captadas por la cadena estatal NHK.
Numerosos testigos presenciales captaron otros vídeos que se hicieron virales y en los que se aprecia el momento del disparo, que dejó una nube de humo, y a Abe en el suelo siendo atendido por los servicios médicos.
Yamagami, el sospechoso, disparó presuntamente al político con un arma de fabricación casera similar a una escopeta y construida ensamblando varios tubos. La policía registró su domicilio en Nara tras los hechos y halló otros artefactos como pistolas y explosivos.
El ex militar, quien confesó a la policía que había fabricado él mismo todo este armamento, trabajó para las fuerzas niponas entre 2002 y 2005, según confirmó el Ministerio de Defensa de Japón.
Por el momento no han trascendido más detalles sobre las motivaciones de Yamagami quien pese a señalar su descontento con Abe y sus planes para matarlo, dijo también a la policía que «no le guardaba ningún rencor por sus principios políticos».